La hookah y la identidad en los dominicanos
Por Miguel Andrés Reyes Raposo
Todos nosotros, como seres
humanos, tenemos una necesidad inherente: identificarnos con algo o con alguien
y cuando esa necesidad no ha sido cubierta, buscamos la manera de satisfacerla.
En la medida que nos vamos
socializando, nos identificamos con papi o con mami, con el maestro o con la
maestra, con el sacerdote o con el pastor, con el deportista o la deportista,
con la actriz o con el actor, con el polÃtico o la polÃtica.
Esto nos demuestra que el
problema no es identificarse sino con quién o qué te identificas.
Lo que nos asegura salir airosos
de este proceso, es que hayamos asimilado bien el concepto de identidad o lo
que es lo mismo, saber quién soy yo.
Quién soy yo como persona que
representa un apellido, quien soy yo en mi relación conmigo mismo, quien soy yo
en mi relación con la naturaleza, quien soy yo en mi relación con el prójimo,
pero sobre todo, quien soy yo en mi relación con Dios.
DeberÃamos tocar aquà la otra
vertiente de la identidad, que tiene que ver con el qué soy yo como dominicano.
Mi identidad con los sÃmbolos patrios, con mi bandera, con mi himno nacional, y
mi identidad con los padres de la patria.
Cuando tenemos bien arraigados
estos conceptos, se hace muy difÃcil que
la transculturación se anteponga a caracterÃsticas conductuales socialmente
buenas de los dominicanos.
Es inaceptable que en estos
momentos un alto porcentaje de jóvenes dominicanos esté inmerso en el uso y
consumo de hookah, una tradición de origen hindú y que consiste en fumar tabaco
con una pipa de agua, que los dominicanos han cambiado por alcohol y mariguana,
acarreando como consecuencia graves problemas respiratorios, bronquiales,
cardiovasculares y finalmente cáncer de pulmón.
De acuerdo a entendidos, la
hookah no está diseñada para introducirle alcohol.
No obstante a estar prohibida en
lugares públicos su uso se ha incrementado enormemente y la causa mayor la
ubicamos en la crisis de identidad de los jóvenes dominicanos, habida cuentas
de la irresponsabilidad de los padres hoy dÃa en el no involucramiento en la
socialización de sus hijos, peor aún, en la no supervisión de las actividades
sociales de los mismos y su poca incidencia como modelos conductuales.
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