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Palabras a Evelyn. Adiós Evelyn

 

EVELYN MILAGROS, TODA ELLA

Vianco Martínez

Evelyn Milagros era un ser que irradiaba luz. Cuando murió le faltaba poco para cumplir sus 66 años.  Era la tercera de ocho hermanos: Nelson, Branno Amiro, Vianco Ángel, Edgar José, Pedro Ángel, Raymond William e Ilich Vladimir. 

Evelyn anduvo por la vida con el alma descalza y tuvo las mismas oportunidades que todos sus hermanos. Es decir, ninguna. Y fue así, peleando con la vida, como forjó esa voluntad de acero y esa reciedumbre que la ayudaron a abrirse paso y a salir airosa de todas las tormentas. Lloviera o saliera el sol, ella siempre estaba de pie.

Evelyn perdió a Junior, una flor derribada en pleno vuelo. Y ni siquiera eso pudo con ella. Aunque tenía sembrada esa tristeza en el alma, siempre siguió adelante e hizo una vida. 

Era rabiosamente independiente y su ley fue siempre la libertad, y nada ni nadie nunca pudo con eso. Siempre hizo lo que quiso, y cuando la noche se ponía más oscura, ella sacaba el sol que llevaba dentro y se ponía a iluminar los caminos. Reinventaba la vida, con la alegría como motivo.

Desde la tarde en que partió, aquel triste día de julio, hemos llorado mucho, hemos vertido ríos interminables de llanto y de dolor. Desde su partida, no ha habido un día en que no la hallamos llorado con la pasión que ella misma nos enseñó. 

Pero hoy es un día de luz. Hoy no hemos venido a llorarla, hoy hemos venido a celebrarla, a celebrar su vida, a conmemorar su alegría. Evelyn muchas veces nos hizo reír, y hoy hemos venido a reír con ella y a decirle a todos que siempre la vamos a querer, aunque ya no esté físicamente con nosotros, y vamos a darle las gracias del alma por querernos y por dejarse querer.

Evelyn siempre iba de gancho con las estrellas y, como todos los Martínez, no podía vivir sin la música en el alma. Era un verdadero espectáculo verla bailando sin parar y ver que, cuando a todos les fallaban las resistencias para seguir, ella siempre iba delante, toda ella. 

Siempre será hermoso recordarla en la provincia de la infancia, con ese pelo color de oro, esa sonrisa fácil y esos ojos tan vivar...

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